En Venezuela, el buen funcionamiento de los condominios está siendo amenazado por una tasa de morosidad del 40 %, muy superior al 5 % que se registraba hace una década. Este fenómeno, llamado “neomorosidad”, surge principalmente de la difícil elección entre pagar los gastos de condominio o costear necesidades básicas como alimentos y medicamentos, especialmente en adultos mayores que dependen de pensiones insuficientes  .

Administradores y vecinos han debido adaptarse a esta realidad. Entre las medidas adoptadas están la organización de vendimias, el alquiler de áreas comunes como azoteas o piscinas, y hasta el uso temporal de plataformas como Airbnb para generar ingresos. Sin embargo, prácticas como arrendar conserjerías o permitir arrendatarios en juntas de condominio han suscitado debates legales y éticos, reflejando la compleja situación económica y social que enfrentan estas comunidades  .

La apatía de los copropietarios también agrava el problema, ya que muchos evitan integrarse a las juntas de condominio, dejando la gestión en manos de una sola persona o, en ocasiones, de quienes no cumplen los requisitos legales. Esta falta de compromiso complica la toma de decisiones cruciales para el mantenimiento de los edificios .

Ante esta crisis, expertos como Elías Santana de MiCondominio.com proponen soluciones basadas en la reinserción laboral de adultos mayores y mayor cooperación entre vecinos, buscando adaptarse a la nueva realidad del país .

La situación de los condominios en Venezuela no solo refleja problemas financieros, sino también un cambio en las dinámicas sociales y legales, mostrando la necesidad de políticas más inclusivas y soluciones a largo plazo.