La antigüedad de los ascensores en los edificios residenciales de Caracas se ha convertido en un problema crítico. Muchos de estos equipos, instalados hace más de 30 o 40 años, han superado su vida útil y requieren reparaciones urgentes que, en muchos casos, resultan imposibles de costear para las juntas de condominio.

Uno de los principales desafíos es la escasez de repuestos, ya que muchas de estas unidades provienen de fabricantes que ya no operan en el país o cuyos componentes deben ser importados a precios exorbitantes. Esto ha llevado a que numerosos edificios tengan ascensores paralizados durante meses, afectando gravemente a personas mayores, con movilidad reducida y a familias con niños pequeños.

Otro factor clave es la morosidad en el pago de los gastos de condominio. Sin una recaudación suficiente, las juntas administradoras no pueden contratar técnicos especializados ni cubrir los costos de mantenimiento preventivo. En algunos casos, los vecinos han recurrido a colectas o rifas para intentar solventar el problema, pero la solución definitiva sigue siendo un reto.

Ante esta situación, especialistas sugieren la creación de planes de financiamiento para la modernización de los ascensores y la implementación de medidas que fomenten la responsabilidad en los pagos de condominio. Sin embargo, mientras estas soluciones se debaten, miles de caraqueños continúan enfrentando un desafío diario: subir y bajar escaleras en edificios de más de 10 pisos sin alternativa viable.